Numerosos trabajos de investigación en el ámbito de la didáctica muestran que los profesores tenemos ideas, actitudes y comportamientos sobre la enseñanza, recibidos a través de una larga formación ambiental durante el período en que fuimos alumnos y en la corta experiencia docente. La influencia de esta formación para nuestra labor docente es muy significativa, precisamente porque se ha adquirido de forma acrítica y no reflexiva. Así pues, conocer y revisar el pensamiento sobre su práctica educativa se transforma en una necesidad de formación permanente del profesorado.En la elaboración de una programación y sus correspondientes unidades didácticas el profesorado debe posicionarse como facilitador de conocimiento y no como mero transmisor del mismo. Esto supondrá el análisis de los siguientes factores: las intervenciones de los educadores como facilitadores; la estructura de su discurso (si parte de las ideas previas o preconceptos del alumnado); la capacidad de comunicación; la capacidad de motivación; la pertinencia de los recursos didácticos y materiales utilizados.