Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas. Ciertamente, la aceptación de la bioética en la aplicación de las técnicas del ADN recombinante a las especies vegetales debe tener en cuenta el incremento de la producción y la mayor rentabilidad y seguridad de las futuras cosechas. Sin embargo, es claro que éste no puede convertirse en el único y exclusivo factor a tener en cuenta. Para poder situar convenientemente el debate bioético sobre las especies transgénicas y su repercusión sobre la salud y el entorno del ser humano, hay que partir de una crítica previa a la moderna visión instrumental de la naturaleza reconociéndole, por el contrario, un claro valor inherente. Ello puede justificar el establecimiento de límites a la actuación humana, impidiendo la consideración de lo creado como un mero objeto susceptible de apropiación. Actualmente, en España y en todo el mundo, existen muchos alimentos genéticamente modificados (GM), sobre los cuales, aun se especula acerca de los beneficios y riesgos que causan a los consumidores, agricultores, ganaderos y al medio ambiente en general. Los alimentos transgénicos proporcionan mejoras en las propiedades naturales del producto, por ejemplo: mejoran la calidad (apariencia, textura), mejoran el valor nutricional e incrementan la vida de anaquel, que es la ventana de tiempo en la cual el alimento mantiene su calidad en sabor, textura y valor nutricional. Pero también, dichos alimentos tienen algunas desventajas, las cuales gracias a los estudios de una importante y compleja área de investigación científica, han podido sacar a la luz una serie de resultados alarmantes en donde se muestran claramente los potenciales efectos adversos en la salud de los AGM.Debido a todo esto, se ha venido intensificando el debate sobre la seguridad de los alimentos modificados genéticamente la cual demanda unos estándares rigurosos de control. Diversos grupos científicos, incluyendo asociaciones de consumidores y Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) han sugerido que todos los alimentos modificados genéticamente deberían ser sometidos a estudios a largo plazo con animales antes de su aprobación para el consumo humano.