Según los resultados del Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular (ENRICA), la Enfermedad Renal Crónica (ERC) está dentro de las enfermedades crónicas de mayor prevalencia en nuestro país. En este estudio se muestra una prevalencia de la ERC en cualquiera de sus estadios, del 15,1% para población general, lo que supone un aumento con relación al anterior estudio, Epidemiología de la Insuficiencia Renal Crónica en España (EPIRCE) que habla de un 9,24%. Es esta, una enfermedad crónica que, requiere una actualización sobre conceptos, criterios diagnósticos y estrategias de tratamientos. Dentro de los procesos y estrategias terapéuticas que se mencionarán a lo largo de las diversas intervenciones para el tratamiento de la ERC, hay una especialmente importante, es la vigilancia y corrección de la dieta de protección renal. El asesoramiento nutricional, debe ser la primera recomendación al paciente. Son objetivos fundamentales de dichas recomendaciones: informar sobre la dieta reno protectora, prevención del sobrepeso y la desnutrición, garantizando un adecuado soporte calórico, proteico y mineral en todos los estadios de la ERC. Tradicionalmente las dietas para la protección renal suelen muy severas y restrictivas y no han demostrado grandes beneficios con relación a la evolución de la enfermedad por lo que acaban siendo más perjudiciales de cara a garantizar los requerimientos mínimos calóricos y proteicos del enfermo renal. De ahí la necesidad de diseñar una intervención nutricional evitando modelos dietéticos estrictos y que garantice un aporte nutricional adecuado a los requerimientos de la persona con ERC en cualquiera de sus estadios. Una intervención construida a partir de una valoración integral del enfermo conociendo previamente su estado nutricional, sus hábitos dietéticos y estilo de vida, exploración física, valoración funcional, cognitiva, socio-familiar, pruebas bioquímicas y ecográficas entre otras informaciones.